domingo, 3 de octubre de 2010

CAUSAS

Las interpretaciones que se han dado acerca de las causas de la Revolución Francesa no han sido pocas, desde que la historiografía profesional se viene ocupando de dar cuenta de tan importante proceso. 
 
La primera línea historiográfica explicativa surgió desde la propia época revolucionaria, de la mano de autores como Antoine Barnave, y tomó fuerza a través de historiadores liberales, como François Guizot y, más adelante, de los textos de Friedrich Engels y Karl Marx. Para estos estudiosos, como decíamos, la revolución habría supuesto la culminación del ascenso social y económico de una nueva clase social, la burguesía, hasta dominar los resortes del poder, pues esta clase –siempre según esta interpretación- ya no podía continuar confinada dentro de los límites que le imponía el Antiguo Régimen. La revolución sería el fruto de la prosperidad de esta burguesía, ya que, según expresó el propio Barnave, “una nueva distribución de la riqueza exige una nueva distribución del poder”.

En la historiografía romántica se forjó una nueva corriente interpretativa que iba a revisar desde sus cimientos el fenómeno revolucionario. Uno de sus primeros exponentes fue Jules Michelet, aunque luego otros siguieron utilizando la misma línea de pensamiento, entre ellos algunos historiadores de orientación socialista, como Albert Mathiez y Georges Lefèbvre. Pues bien, según esta corriente interpretativa, el estallido revolucionario habría sido provocado por el incesante empobrecimiento de las clases populares (campesinos, artesanos…) y por las continuas crisis de subsistencia que se suceden en las décadas anteriores a 1789.
Si bien, para la primera interpretación, el protagonismo revolucionario recaía en la pujante burguesía, lo que permitía catalogar el hecho como una más –o la más importante- de las revoluciones burguesas de finales del XVIII y principios del XIX; para la segunda corriente el protagonista era el pueblo, el tercer estado, lo que nos llevaría a calificar la revolución como un ejemplo de insurrección social y popular, hecha desde abajo.

En realidad, la historiografía actual se decanta por una visión sincrética. El primer intento de síntesis surgió del historiador Ernest Labrousse, quien demostró con sus estudios sobre la economía francesa del XVIII, que ambas tendencias eran perfectamente conciliables: el estallido revolucionario se explica tanto por el enriquecimiento de la burguesía como por el empobrecimiento de las clases populares. Esta visión es la que, desde después de la Segunda Guerra Mundial, se ha convertido en la más comúnmente aceptada entre los historiadores. 

Aunque lo anterior no significa que haya sido la única. De hecho, en los últimos cincuenta años han surgido algunas interpretaciones más, como las de Palmer y Gobechot, que hablan de una “revolución atlántica” para unir la Revolución Francesa con la ameriana, o los que niegan su relevancia histórica, como Alfred Cobban o François Furet, quien afirma que la revolución fue un hecho cerrado y concreto que para nada tuvo la repercusión histórica que se le ha dado tradicionalmente. Estas nuevas tesis, aunque son tenidas en cuenta, no han tenido tanto éxito como el sincretismo de Labrousse.

CONSECUENCIAS

*Notas: El retrato de Libertad, Igualdad y Fraternidad es obra del pintor Eugène Delacoix, mientras que el Retrato de Napoleón es obra de Jacques-Louis David.


Las principales consecuencias de la Revolución Francesa fueron el derrocamiento de Luis XVI del trono, como así la abolición de la Monarquía en Francia, con la consecuente proclamación de la llamada I República, poniendo fin así al Antiguo Régimen.
Este proceso le puso fin a los privilegios con los que contaban tanto la aristocracia como el Clero, eliminado la servidumbre, el diezmo y los derechos feudales. También se disgregaron las propiedades como se introdujo el principio de distribución equitativa en el pago de impuestos.

Otras consecuencias de la Revolución Francesa fueron las diversas transformaciones sociales y económicas donde debemos incluir la supresión de pena de prisión por deudas y la abolición de herencia de tierras al primogénito en las familias.
No debemos olvidar que dentro de las consecuencias de la Revolución Francesa ubicamos a Napoleón Bonaparte, quien instituyó durante el Consulado algunas reformas de gran importancia, como la fundación del Banco de Francia, la implantación de un sistema educativo que revocaba al anterior secular y muy centralizado.
Además ordenó crear la Universidad de Francia a la cual podían ingresar todos los ciudadanos a un puesto de enseñanza sin importar su procedencia ni su estatus social. Propuso además reformas legales, como son el derecho de habeas corpus, la celebración de juicios justos y sobre todo, la igualdad ante la ley.
La religión no quedó fuera de las consecuencias  ya que se desempeñó un importante papel, más que nada a favor de la sociedad, permitiendo la libertad de culto y la libre expresión de la fe que profesara cada uno de los integrantes de la sociedad francesa de la época.

He aquí las principales consecuencias de la Revolución Francesa y como veis, Napoleón Francia para todos los integrantes de la sociedad como así impuso reformas de estructura muy de fondo, que en si se mantienen aún en todo el mundo. no fue tan malo como suele decirse por muchos lados. Al contrario, buscó la igualdad en







sábado, 2 de octubre de 2010

EL ASCENSO DE NAPOLEON AL PODER

No habían pasado aún cinco meses desde que el Directorio asumiera el poder, cuando comenzó la primera fase (de marzo de 1796 a octubre de 1797) de las Guerras Napoleónicas. Los tres golpes de Estado que se produjeron durante este periodo -el 4 de septiembre de 1797 (18 de fructidor), el 11 de mayo de 1798 (22 de floreal) y el 18 de junio de 1799 (30 de pradial)-, reflejaban simplemente el reagrupamiento de las facciones políticas burguesas. Las derrotas militares sufridas por los ejércitos franceses en el verano de 1799, las dificultades económicas y los desórdenes sociales pusieron en peligro la supremacía política burguesa en Francia. Los ataques de la izquierda culminaron en una conspiración iniciada por el reformista agrario radical François Nöel Babeuf, que defendía una distribución equitativa de las tierras y los ingresos. Esta insurrección, que recibió el nombre de 'Conspiración de los Iguales', no llegó a producirse debido a que Babeuf fue traicionado por uno de sus compañeros y ejecutado el 28 de mayo de 1797 (8 de pradial). Luciano Bonaparte, presidente del Consejo de los Quinientos; Fouché, ministro de Policía; Sieyès, miembro del Directorio y Talleyrand-Périgord consideraban que esta crisis sólo podría superarse mediante una acción drástica. El golpe de Estado que tuvo lugar el 9 y 10 de noviembre (18 y 19 de brumario) derrocó al Directorio. El general Napoleón Bonaparte, en aquellos momentos héroe de las últimas campañas, fue la figura central del golpe y de los acontecimientos que se produjeron posteriormente y que desembocaron en la Constitución del 24 de diciembre de 1799 que estableció el Consulado. Bonaparte, investido con poderes dictatoriales, utilizó el entusiasmo y el idealismo revolucionario de Francia para satisfacer sus propios intereses. Sin embargo, la involución parcial de la transformación del país se vio compensada por el hecho de que la Revolución se extendió a casi todos los rincones de Europa durante el periodo de las conquistas napoleónicas.

LAS TRANSFORMACIONES PRODUCIDAS POR LA REVOLUCION



Una consecuencia directa de la Revolución fue la abolición de la monarquía absoluta en Francia. Asimismo, este proceso puso fin a los privilegios de la aristocracia y el clero. La servidumbre, los derechos feudales y los diezmos fueron eliminados; las propiedades se disgregaron y se introdujo el principio de distribución equitativa en el pago de impuestos. Gracias a la redistribución de la riqueza y de la propiedad de la tierra, Francia pasó a ser el país europeo con mayor proporción de pequeños propietarios independientes. Otras de las transformaciones sociales y económicas iniciadas durante este periodo fueron la supresión de la pena de prisión por deudas, la introducción del sistema métrico y la abolición del carácter prevaleciente de la primogenitura en la herencia de la propiedad territorial.
Napoleón instituyó durante el Consulado una serie de reformas que ya habían comenzado a aplicarse en el periodo revolucionario. Fundó el Banco de Francia, que en la actualidad continúa desempeñando prácticamente la misma función: banco nacional casi independiente y representante del Estado francés en lo referente a la política monetaria, empréstitos y depósitos de fondos públicos. La implantación del sistema educativo -secular y muy centralizado-, que se halla en vigor en Francia en estos momentos, comenzó durante el Reinado del Terror y concluyó durante el gobierno de Napoleón; la Universidad de Francia y el Institut de France fueron creados también en este periodo. Todos los ciudadanos, independientemente de su origen o fortuna, podían acceder a un puesto en la enseñanza, cuya consecución dependía de exámenes de concurso. La reforma y codificación de las diversas legislaciones provinciales y locales, que quedó plasmada en el Código Napoleónico, ponía de manifiesto muchos de los principios y cambios propugnados por la Revolución: la igualdad ante la ley, el derecho de habeas corpus y disposiciones para la celebración de juicios justos. El procedimiento judicial establecía la existencia de un tribunal de jueces y un jurado en las causas penales, se respetaba la presunción de inocencia del acusado y éste recibía asistencia letrada. 

La Revolución también desempeñó un importante papel en el campo de la religión. Los principios de la libertad de culto y la libertad de expresión tal y como fueron enunciados en la Declaración de Derechos del hombre y del ciudadano, pese a no aplicarse en todo momento en el periodo revolucionario, condujeron a la concesión de la libertad de conciencia y de derechos civiles para los protestantes y los judíos. La Revolución inició el camino hacia la separación de la Iglesia y el Estado.
Los ideales revolucionarios pasaron a integrar la plataforma de las reformas liberales de Francia y Europa en el siglo XIX, así como sirvieron de motor ideológico a las naciones latinoamericanas independizadas en ese mismo siglo, y continúan siendo hoy las claves de la democracia. No obstante, los historiadores revisionistas atribuyen a la Revolución unos resultados menos encomiables, tales como la aparición del Estado centralizado (en ocasiones totalitario) y los conflictos violentos que desencadenó.

RAZONES HISTORICAS DE LA REVOLUCION

Más de un siglo antes de que Luis XVI ascendiera al trono (1774), el Estado francés había sufrido periódicas crisis económicas motivadas por las largas guerras emprendidas durante el reinado de Luis XIV, la mala administración de los asuntos nacionales en el reinado de Luis XV, las cuantiosas pérdidas que acarreó la Guerra Francesa e India (1754-1763) y el aumento de la deuda generado por los préstamos a las colonias británicas de Norteamérica durante la guerra de la Independencia estadounidense (1775-1783). Los defensores de la aplicación de reformas fiscales, sociales y políticas comenzaron a reclamar con insistencia la satisfacción de sus reivindicaciones durante el reinado de Luis XVI. En agosto de 1774, el rey nombró controlador general de Finanzas a Anne Robert Jacques Turgot, un hombre de ideas liberales que instituyó una política rigurosa en lo referente a los gastos del Estado. No obstante, la mayor parte de su política restrictiva fue abandonada al cabo de dos años y Turgot se vio obligado a dimitir por las presiones de los sectores reaccionarios de la nobleza y el clero, apoyados por la reina, María Antonieta de Austria. Su sucesor, el financiero y político Jacques Necker tampoco consiguió realizar grandes cambios antes de abandonar su cargo en 1781, debido asimismo a la oposición de los grupos reaccionarios. Sin embargo, fue aclamado por el pueblo por hacer público un extracto de las finanzas reales en el que se podía apreciar el gravoso coste que suponían para el Estado los estamentos privilegiados. La crisis empeoró durante los años siguientes. El pueblo exigía la convocatoria de los Estados Generales (una asamblea formada por representantes del clero, la nobleza y el tercer estado), cuya última reunión se había producido en 1614, y el rey Luis XVI accedió finalmente a celebrar unas elecciones nacionales en 1788. La censura quedó abolida durante la campaña y multitud de escritos que recogían las ideas de la Ilustración circularon por toda Francia. Necker, a quien el monarca había vuelto a nombrar interventor general de Finanzas en 1788, estaba de acuerdo con Luis XVI en que el número de representantes del tercer estado (el pueblo) en los Estados Generales fuera igual al del primer estado (el clero) y el segundo estado (la nobleza) juntos, pero ninguno de los dos llegó a establecer un método de votación. 

A pesar de que los tres estados estaban de acuerdo en que la estabilidad de la nación requería una transformación fundamental de la situación, los antagonismos estamentales imposibilitaron la unidad de acción en los Estados Generales, que se reunieron en Versalles el 5 de mayo de 1789. Las delegaciones que representaban a los estamentos privilegiados de la sociedad francesa se enfrentaron inmediatamente a la cámara rechazando los nuevos métodos de votación presentados. El objetivo de tales propuestas era conseguir el voto por individuo y no por estamento, con lo que el tercer estado, que disponía del mayor número de representantes, podría controlar los Estados Generales. Las discusiones relativas al procedimiento se prolongaron durante seis semanas, hasta que el grupo dirigido por Emmanuel Joseph Sieyès y el conde de Mirabeau se constituyó en Asamblea Nacional el 17 de junio. Este abierto desafío al gobierno monárquico, que había apoyado al clero y la nobleza, fue seguido de la aprobación de una medida que otorgaba únicamente a la Asamblea Nacional el poder de legislar en materia fiscal. Luis XVI se apresuró a privar a la Asamblea de su sala de reuniones como represalia. Ésta respondió realizando el 20 de junio el denominado Juramento del Juego de la Pelota, por el que se comprometía a no disolverse hasta que se hubiera redactado una constitución para Francia. En ese momento, las profundas disensiones existentes en los dos estamentos superiores provocaron una ruptura en sus filas, y numerosos representantes del bajo clero y algunos nobles liberales abandonaron sus respectivos estamentos para integrarse en la Asamblea Nacional.

INTRODUCCION

Antes de comenzar a hablar de la Revolución francesa, nos es indispensable hacer una breve referencia a las ideas que la gestaron:

El final del siglo XVIII fue una época de trastornos en muchas partes de hemisferio occidental, trastornos que se pueden atribuir, directa o indirectamente, al fermenrto de las ideas conocidas como la Ilustración. Estas ideas, reflejo de las necesidades y tensiones de una sociedad cambiante se basan en el nuevo conocimiento científico del siglo XVII, que engendró una nueva fe en la razón y en el progreso. por un lado, esto llevó a un rechazo de la autoridad y a una afirmación de los Derechos del Hombre, expresados en la famosa declaración de Rousseauel hombre nace libre, pero en todas partes está encadenado. Por otro lado, las nuevas ideas fueron una inspiración para los monarcas, que , al ternar el siglo XVII, empezaron a concentrar el poder en sus propias manos y a gobernar mediante agentes burocráticos nombrados por ellos. Sin embargo, estas actividades centralizadoras encontraron resistencia de que en todos aquellos que tenían intereses creados en el Antiguo régimen, Iglesias, gremios y corporaciones y, sobre todo, la aristocracia. Sus líderes recurrieron a las teorías de Montesquieu y Burke para demostrar que la sociedad era una forma orgánica y que sus agrupaciones tradicionales no sólo conferían derechos inalienables a sus miembros sino que producían un equilibrio de poder que resguarda los individuos de la tiranía. Esto junto al deseo de autonomía de la provincias dio origen al descontento. Quedó muy claro entonces que el fermento no se detendría ahí.
Era más probable que ocurriera una rebelión en las regiones en que la aristocracia podía contar con el apoyo de los campesinos; pero en Europa Oriental estos últimos aún eran ciervos, y era poco probable que se revelaran para apoyar a los terratenientes que eran sus opresores directos. Sin embargo, a los campesinos también les desagradaban las innovaciones y a veces luchaban tenazmente por conservar su forma de vida tradicional.

Las revoluciones aparecieron por primera vez en gran escala en las colonias inglesas de América. Recurriendo a la filosofía de Locke sobre el derecho natural, los colonizadores se negaron a pagar un impuesto establecido por el parlamento en Londres, en el que no estaban representados. Para 1775 la disputa había llegado a una guerra declarada. Los hombres moderados que habrían mantenido la antigua estructura de la sociedad fueron sustituidos por otros con objetivos más democráticos y la guerra por la independencia nacional ganó apoyo en todos los estratos sociales. El ejemplo norteamericano fue una inspiración para los rebeldes de los países bajos, así como en Francia, cuyas tropas habían peleado en el lado norteamericano en la guerra.

La Revolución Francesa se encuadra dentro del ciclo de transformaciones políticas y económicas que marcaron el fin de la Edad Moderna y el comienzo de la Edad Contemporánea. La independencia de EEUU y el desarrollo de la Revolución Industrial, iniciada en la Gran Bretaña, son los otros dos grandes procesos que señalan esta transición histórica.

El proceso revolucionarios francés es, sin duda, el más importante dentro del agitado panorama político del siglo XVIII. Es, además, uno de los más polémicos. La historiografía se ha preocupado constantemente de él y son muchos los escritos y los libros que presentan la revolución francesa como una gran gesta o, por el contrario, un acontecimiento perjudicial y hasta innecesario para Francia y la cultura occidental.

Es difícil tratar de sacar a la luz los motivos que nos llevan a esta pasión por el tema. Muchos son los factores que se amontonan en torno a Francia y a la revolución, presentándola como un tema apasionante y tremendamente complejo.

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